Todo lo que querias saber de Julio se encuentra en esta entrevista realizada en el 2008 por Rodolfo Braceli, para el diario "LA NACION"
-¿Naciste en Buenos Aires?-En el Hospital Alemán, 1956, el 14 de julio. Según mi madre, mi nacimiento casi se produce en el taxi. Soy descendiente de padre alemán y madre que nació casualmente en Italia, de padre egipcio y madre vascofrancesa.
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Chávez, ¿alemán ?-Es inventado, mi apellido es Hirsch Mi madre es Jabes, y buscando qué nombre me iba a poner, en una época donde era común cambiarse el apellido, el 75, 76, Jabes me pareció que no, y salió Chávez. Un acto de consecuencias fuertes, se ha estampado en mi persona ese nombre.
-¿Ese cambio te resultó doloroso?-Lo hice casi con... inconsciencia. Irresponsabilidad... puede ser.
-¿Vive tu mamá? -Tiene 81 años. Cuenta que conmigo tuvo un embarazo muy traumático, que yo pateaba mucho, pero el parto fue como un bálsamo. A mi padre mi nacimiento le dio el día más alegre, más feliz de su vida; había tenido el hijo varón y consideró cumplida su misión en la vida. Un año y medio antes había nacido mi hermana.
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Te reconocés guerrero.
-Yo soy aguerrido, soy agresivo. Me defiendo. Y puedo atacar. Y tengo una voluntad bastante direccional.
-¿Sos tenaz o porfiado? -Soy tenaz. Porfiado, no.
-¿Y tu mamá cómo ? -Es una mujer que respeto enormemente. No tenemos el trato común de madre e hijo. No es una madre hinchapelotas, no es la madre clásica, no. Y yo no soy el hijo clásico tampoco. Nos tratamos con mucha formalidad, cuidado. Porque lo otro no funcionó, es como en las relaciones de excesivo amor en las que después uno necesita distancia. He hecho con el amor que siento por ella mucha obra, pero poca cosa directamente con ella
-Tu madre, ¿más agresiva que tu padre? -Sí, de una manera poco consciente. Pero los dos tienen una característica: son buenas personas. Nunca los vi ocupados en hacerle daño a alguien. No vi un gesto de rencor en ellos. Jamás.
-¿Y este Julio Chávez puede ser rencoroso? -Soy rencoroso. Y puedo ser muy rencoroso. Sí.
-¿Qué tipo de cosas te desatan eso? -A veces estupideces una mala mirada, un intento de querer doblegarme, minimizarme, sobrarme. En esto funciono muy diferente de mi padre. ...l me decía que cuando estaba en Alemania la maestra les pedía a él y a otro compañero judío que se fueran de la sala, porque obviamente iban a hacer proselitismo. Mi padre creía que la maestra lo sacaba porque lo quería, para que él no escuchara lo que ella iba a decir. Claro, una manera que él tenía de acomodarse a lo que es el otro.
-Si te pregunto qué heredaste de tu padre- yo te respondo: pulsión expresiva. Un algo y yo me ocupo de que ese algo hable. Bueno, no estoy siendo infiel a nadie, trato de ser el mejor traductor posible, pero siempre soy un traductor, como dice Pirandello, un ilustrador de eso.
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Te quedaste tildado en el "eso". -Porque eso, tal cual fue, nunca se va a poder articular. Pero yo prefiero articularlo antes que caer en la promesa de mi padre, de decir que era mejor callarlo.
-¿Cómo lo pasaste en la escuela? -Nada lindo mirá, me era muy difícil tener lugar. ...ramos judíos, pero judíos pobres, relegados; a la tradición judía mi padre no pudo conservarla. En el barrio éramos los raros, los más extranjeros, porque los italianos o los españoles no eran extranjeros. Me era muy complejo pertenecer a ese barrio de Núñez. Muy difícil participar, no me gustaban el fútbol ni las figuritas, sí las bolitas y jugaba un poco pero...
-¿Pero?-Hacía todo eso para tener amigos, pero... mis juegos consistían en organizar una venganza.
-¿Una venganza hacia quién? -Hacia el mundo (Risas.) Jugaba a que iban a venir en platos voladores y me iban a dar el anillo del poder, el anillo de la justicia, esas cosas, juegos solitarios donde la imaginación era muy potente. No recuerdo a la gente como algo amoroso.
-Y ahora, ¿cómo ves a la gente? -De todo un poco hay Difícil, muy complejo: cuando era chico la veía como una multitud que me rodeaba y no podía hacer nada, una condena... Ahora estoy ubicado en otro lugar. Por suerte tengo una profesión donde lo humano es materia prima primordial Hoy, el teatro, el lenguaje, hacen que todo lo que recibo pueda ser tamizado, traducido, comprendido de otra manera. A partir de la adolescencia, cuando adquirí más lenguaje, rodaron las primeras cabezas, empecé a preparar mi batalla... Me causa gracia porque... estoy exagerando.
-¿En qué momento atisba el actor? -A los 15 años, de casualidad, tuve el primer contacto con un grupo de teatro. No iba al teatro con mis viejos, nada. En mi casa lo único que había relacionado con el arte era la colección de discos de pasta alemanes que mi hermana y yo fuimos violentamente transformando en ceniceros; los ablandábamos con el fuego.
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Discos que mutaron en ceniceros. El único contacto con el arte. -El único. Nada más. Ni íbamos al cine.
-¿Algún libro de adorno? -Nada. En mi casa el objeto libro era algo que estaba en un idioma que uno no sabía qué carajo era, algo con una escritura y una impresión que andá a saber Pero un día fui a una colonia de vacaciones y una chica me dijo si quería hacer teatro. Le pregunté qué era eso. Y me dijo: "Vos me matás y yo me hago la muerta". Yo me dije: creo que acá hay algo interesante, esta es la mía. Porque podía matar y no hacerle daño a nadie... ¡qué mejor venganza que esa! Creo que esa chica se llamaba Susy. Creo. Y el profesor que teníamos en el IFT creo que se llamaba Miguel. Creo. Estuve un año y medio ahí, y yo sentía que el profesor Miguel me quería Yo no era mirado en general como una persona con atributos positivos. Como soy sumamente sensible a la mirada del otro, muy... dependiente, que el otro me mirara y me aprobara era algo que Creo que ahí empezó a despertarse en mí un pequeño espacio, lento.
-¿Y tu primera vez en un escenario? -En la escuela, haciendo de Cristóbal Colón. El director, Chiapes se llamaba, creo, le dijo a mi mamá: "Hágalo estudiar teatro". En tercer grado era Ah, perdón, tengo otra experiencia que fue a los 15 en una institución judía, el NCI. Allí trabajé en una obra de Osvaldo Dragún, Los de la mesa 10 . Y otra que se llamaba Las pelotitas , que era de un hombre que le agarraba un flemón y moría. Hice una función ahí y me ovacionaron Muy fuerte para mí, era lo único en lo que yo me distinguía.
-Contame qué te pasa cuando estás adentro del aplauso. -Mirá, el aplauso cuando es corto, duele. Y cuando es largo, no tengo cara para sostenerlo. Como el halago. Un halago cortito, bueno. Un halago largo no, porque si lo sigo sosteniendo mi coeficiente empieza, segundo a segundo, a bajar a zonas infernales. Ante el aplauso largo me digo: ¿cuánto más voy a sostener la cabeza haciendo así así? No, no puedo más. Entonces bajo la cabeza y pido que basta.
-Cuando recibiste el ACE de Oro, te sostuviste una eternidad en la cornisa, entre la emoción y el llanto. Impresionante tu pulseada. -En ese momento dejé que se articulara la escena de algo que me estaba sucediendo y utilicé el buen oficio, que es dejar que se haga, lo más libremente, la escena de aquello que está sucediendo. Era una escena y, al mismo tiempo, era verdad. -La palabra "escena" suele usarse como sinónimo de simulación. -Yo no relaciono más la palabra "escena" con mentira. Se puede hacer una escena bien o se puede hacer mal, pero todo es escena. ¡Todo es escena! Creo que el hombre está condenado a la representación de todo... El padre le enseña al chico, el chico copia formas. Así aprendemos a ser hombres. El hombre es el animal de la escena. Lo mío frente al ACE fue una articulación de lo que me pasaba. Hubiera podido hacer otras escenas, pero esa era la única y le dejé fluir, colaboré y también colaboré en que había que frenarla. No me iba a poner a llorar ahí.
-Creo que la esencia de tu trabajo actoral salió a relucir en esos minutos de tenso y delicado equilibrio. Una gran emoción valorizada por un extraordinario control. -Yo tenía ganas de eso, lo disfruté, no estaba dispuesto a hacerme el cool . Puedo actuar pero a mí no me es indiferente nadie. Nadie. A mí el otro me hace. Y mucho. Y me puede afectar enormemente.
-Te funciona "el qué dirán".
-Yo tengo un policía interno muy grande. Soy muy cana, a veces un poco retrógrado, hasta victoriano. Tengo, en ese sentido, algunas taras, no soy una persona ajena a la mirada social. Soy bastante prisionero, ignorante, sumiso, bastante asimilado. Y, por otro lado, tengo mi gran cuota de poder zafar de eso cuando puedo articular algo en mi trabajo. Pero fuera de eso puedo ser cerrado, cana, convencional
-¿Te agarraste a trompadas muchas veces?-Jamás en mi vida. Jamás.
-¿Recibiste trompadas? -No muchas. Un compañero en la primaria me dijo "judío de mierda" y me pegó una piña en el estómago que me cortó la respiración.
-¿Y tu violencia cómo se manifiesta?-Con la ironía, porque en ese sentido puedo pegar más fuerte que con una piña. Puedo ser violento verbalmente, pero me quedo muy dolorido después.
-Pedir perdón, ¿podés?-Sí, yo puedo pedir perdón. Con dificultad. -Asoma el rencoroso. Tal vez algo de timidez, de orgullo... -Conmigo me cuesta ser más piadoso, no tengo mucha capacidad de perdón, no Pero está bueno tener más cintura. Algo me decían mis padres, ahora creo que tenían razón: "Julio, no es para tanto". Y bueno, hay veces que me dan ganas de decírmelo Lo que pasa es que el tanto y el exceso también son una compañía, ¿sabés? Pasa que yo he sufrido de mucha soledad. Entonces, los fantasmas, el palo de amasar, grandes enojos, grandes venganzas... todo eso me acompañaba
-¿Sos casado, tenés hijos? -No. -¿A esa soledad te referís? -No, no, no; a una soledad primaria. Aunque yo no me considero una persona sola, no. Casi te diría que estructuralmente tengo algo de una profunda soledad. Pero la soledad, uno, cuando es grande, la puede limitar.
-Bueno, Julio, parece que hemos arribado al temita de la muerte.-No puedo imaginarme otra cosa que no sea la vida. Me da espanto pensar que haya algo que es no vida.
-El asunto de la muerte te turba y te perturba. -No hay día que no me asalte esa idea. Me produce escalofrío, vértigo. No sé... la verdad es que no creo en otras vidas; no, no, no. Esto se termina absolutamente. Hay un 99 por ciento mío que es finito, y tal vez una décima parte que es eterna. Esa décima es lo que me constituye como humano: el pensamiento, el lenguaje.
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Hablás de la muerte esquivando la palabra, la tenés muy presente.-Absolutamente. Mirá, casi te digo que la ensayo diariamente A veces pienso: Dios mío, cómo es ese segundo antes... la conciencia de la despedida... La verdad, yo... no me quiero dar cuenta, no me quiero dar cuenta, prefiero... nada, no, no quiero
-Recién dijiste "Dios mío". ¿Dios con mayúscula o con minúscula?-No tengo una religión, tengo sustitutos Para mí, ya intentar pensar, eso es Dios. Y también está la palabra Dios, en el imaginario que tengo, inevitable, que me sigue pareciendo lo más pueril del mundo.
-¿El tema del suicidio te desvela?-Yo no me lo imagino para mí pero sé que es una posibilidad.
-¿Y tus sueños de almohada?-Mis sueños más recurrentes tienen que ver con casas bombardeadas, mansiones rehechas, pisos destrozados, techos volados... son mis sueños más fuertes.
-Sueños desoladores. -No, porque siempre a esas mansiones las vivo como espacios reconquistados, castillos que yo recupero, como si fuese el sueño de mi vida, que me llaman por teléfono y me dicen que he heredado una mansión con 95 salones Yo tengo algo en mi experiencia de un supuesto reino al cual debo volver, una supuesta fortuna que tengo que reconquistar.
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Solo en los sueños.
-Y en la vida también. Tengo afán aristocrático, una veleidad. Pero también una realidad aristocrática. El hombre en sí mismo es aristocrático, si entendemos por eso a aquel que se destaca . El simple alumno iniciático que de golpe aborda un ejercicio y logra que el lenguaje se despierte y salga de la chatura cotidiana se transforma en aristocrático.
-Julio, ¿y qué me decís de la vejez? -Es algo en lo que pienso, sí, y es algo que veo en mí también. Pero creo que hay bastantes cosas que se pueden hacer en la vejez. Yo soy un ideólogo de no unirme mucho a lo contemporáneo Es que estoy en una edad que no se considera ni vejez ni nada Cuando escucho a gente que dice "yo ya tengo 30 años", en algún punto me han liberado del problema de la vejez. Porque no estoy en ninguna zona, tengo 51. Y lo que me gusta mucho es pensar en todo lo que puedo hacer para que mi crecimiento continúe.
-¿Te interesa el fútbol?-No.
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Cómo me hubiera gustado fotografiar tu gesto al decir "no".-Es que no, no me engancho Fui una sola vez a una cancha, cuando tenía 11 años.
-Otra vez el gesto. -Me tiraron un vaso con me. Es una de las tantas veces que he entendido que me decían: no te queremos acá Fue en Defensores de Belgrano. Entendí. Me fui volando.
-¿Sabés cocinar?-No. Me gusta mucho comer. Eso sí, me encanta, pero me cuido. Y he sido un fumador empedernido durante 35 años. Hace cuatro meses que no fumo.
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Algo te pasó.-Vi a mi perrito que le agarró un cáncer. Yo tengo tres perros y mi perro más amoroso se me murió. Y cuando le decretaron que estaba enfermo, lo miré y me dije: "Julio, vas a dejar de fumar". Sentí que ese perrito me estaba diciendo eso. Se llamaba Emilio; la mujer, Tita, y el hijo, Hugo, están en la terraza. He sufrido mucho por la enfermedad de este animalito mío durante cinco meses y medio. (Casi le digo a Chávez que veo lágrimas en el umbral de su mirada. El silencio se alarga.)
-Sos perrero -... yo establecí con ese animalito un vínculo muy particular y estoy todavía de duelo. He tenido una gata siamesa durante 14 años, que se me suicidó. Delante de mí. La estaba mirando y sube donde siempre, a una ventana, y pega un salto. La vi, claramente saltó al vacío. El veterinario me dijo que ella sintió que estaba enferma. Bueno, es una posibilidad, como dijimos antes, ¿no? Esto es lo que se llama un acontecimiento. Aconteció algo ahí, y puf .
-¿Sabés andar en bicicleta?-Sí, lo que no manejo es coche. He hecho varias películas en las que manejo y lo actúo muy bien: lo único que importa es eso, que lo puedo actuar. En una cancha de fútbol yo lo estudiaría y actuaría ser el hincha.
-¿Cómo fue tu primer contacto con los libros?-Recuerdo, lejos, un libro, estaba escrito en hebreo, tenía imágenes bíblicas y me impresionaba muchísimo la manzana, el árbol con Adán y la serpiente Había algo que nunca entendía: ¿por qué la manzana era más grande que la boca de la serpiente? Me impresionaban mucho también unas imágenes de alguien llevando por una escalera a otra persona, hacia el cielo. Y yo creía entonces que al cielo se iba por escalera. Asociando con esto, yo siempre pensé que cuando alguien se moría los familiares lo llevaban a la nube por una escalera no sé todavía si no es así, eh (Risas.) (La carcajada que se insinuaba desde los muertos que suben por escalera ahora se suelta. Julio Chávez emerge desde el interior de su caracol analítico y se suelta y juega. De pronto estamos hablando del Billiken y de Sarmiento:)
- Ja Sarmiento No entendía cómo ese tipo siempre pelado fue una vez un chico. No entendía lo de su madre debajo de la higuera, una madre casi más joven que él (Risas.) Mirá, ahora empiezo a sentir el interés por empezar a leer historia. Esa es una de las cosas que me quedan por hacer. Voy a leer, sí, sí.
-Otro modo de limitar tu profunda soledad A propósito, esto de no tener hijos, ¿lo sentís como una carencia? -No, no; no lo siento como una carencia en mi vida, no. Yo te diría una cosa: he tenido, tengo, un hijo. Yo mismo. Yo me considero hijo mío, a veces.